jueves, 21 de enero de 2021

lunes, 18 de enero de 2021

lunes, 11 de enero de 2021

martes, 5 de enero de 2021

domingo, 3 de enero de 2021

sábado, 2 de enero de 2021

Una mascaipacha de sueños desplumados

Tengo un nuevo estilógrafo que me regaló N por Navidad. También tengo un nuevo teclado mecánico que hace ruidos de máquina de escribir. Tengo mi taza de café, dos huevos fritos y a los Beatles cantando en el parlante. Es raro escribir con este nuevo teclado porque hace ruido y soy -después de mucho tiempo- consciente de que construyo algo con palabras. No me sucedía desde que tipeé mis primeros cuentos a los 17 años. Entonces lo hacía de madrugada y encerrado en mi habitación, como si las historias de amor fuesen también un fluido adolescente que había que secar rápido con papel higiénico.



Cuando ejercitas lo suficiente ciertos músculos, las acciones cotidianas se vuelven automáticas. Uno deja de estar cerebralmente atento a lo que está haciendo. Supongo que por eso podemos acostumbrarnos a cosas terribles como ir al trabajo o dormirnos sin sueño. Hasta hace poco me pasaba cuando pedaleaba mi bicicleta. O cuando machucaba las teclas para contar una historia. Con la cuarentena dejé de salir a andar en bici. Al volver a montarla fui consciente de los oxidados músculos de mis piernas. Me dolían.

Ahora este teclado me recuerda que soy un insecto gigante que escribe. Cada letra que presiono deja un rastro auditivo maravilloso, como la patita de un insecto que se apoya. Soy el escarabajo del estiércol arrastrando su tibia bola de excremento por el desierto de la hoja en blanco. 

Y puedo contar cosas. Como por ejemplo que… 

Al salir del colegio teníamos que esperar el bus frente a una panadería de gente rica. Yo tenía 13 años y a mi fiel amigo Alain que se iba conmigo en el mismo bus. Nuestro bus se llamaba Sinchi Roca, como el segundo inca del Perú, hijo legítimo de Manco Cápac y Mama Ocllo. Era un bus anaranjado y viejo que se iba desarmando por la avenida Primavera. El piso metálico olía kerosene para que las moscas no se le subieran encima. 


Sinchi Roca fue el primer inca en imponer el uso de la mascaipacha: una vincha de tejidos y plumas que lo distinguía como máximo gobernador del imperio. A Alain y a mí nos distinguían los chistes estúpidos, la risa fácil y el amor no correspondido de dos de las chicas más lindas del colegio. Llevábamos nuestros ojos enamorados como una mascaipacha de sueños desplumados. Éramos los sumos emperadores del imperio de las hormonas revueltas. Apretábamos nuestro corazón entre los dedos porque no podíamos apretarnos los huevos en público. Esperábamos el bus y a nuestras mujeres frente a la panadería que soltaba su vapor de pan recién horneado y eso nos recordaba que éramos seres humanos, que necesitábamos comer, sentirnos tibios, abrazar algo. Pero no teníamos dinero. 

El Sinchi Roca cruzaba la Primavera cargando a cuestas con nuestra hambrienta adolescencia. El tiempo de los colegiales avanza cochambroso como un bus destartalado. Veíamos Lima a través de las ventanas arañadas y deseábamos que fuera nuestra, no algún día sino en ese mismo instante. La desesperación es buena amiga de la risa, por eso contábamos chistes aunque fuesen malos. Nos crujía el chasis del alma y, cuando nos bajábamos en la esquina con la avenida Aviación y veíamos las columnas de un tren que no estaría listo en otros 20 años, se nos saltaban todos los tornillos y nos llenábamos de extraños pensamientos nuevos, como viajeros lejanos que acaban de apoyar su maleta en la recepción de nuestra confusión. 

Ayer, después de recorrer las calles de Lima como reyes, tomándonos fotos delante de portales ajenos y junto a carros que jamás conduciremos, entré con N a la vieja panadería frente a la que Alain y yo esperábamos el Sinchi al salir del colegio. Pedimos café y comimos milhojas de fresa con manjar blanco y relámpagos de chocolate rellenos de crema pastelera. La propina que le dejamos a nuestro mesero, le hubiera hecho un hueco a mi uniforme de colegial. 



El pan tibio y el amor eventualmente dejan de escasear.


¿Qué nuevos colegiales recorrerán la avenida Primavera este próximo abril cuando mi nuevo libro esté listo?

¿Qué tan buena compañía será este libro para un adolescente desesperado? 

¿En qué lugar existen todavía los niños que Alain y yo fuimos?

¿Hasta dónde hubiera llegado el Sinchi Roca si nunca se le hubiese acabado la gasolina?

¿En qué basural humean las suelas de nuestros zapatos gastados?

¿A qué parquecito de jubilados van a alimentar palomas los sueños que ya se han cumplido?



martes, 25 de agosto de 2020

miércoles, 3 de junio de 2020

día de la bicicleta :D

 




En el Morro Solar, Chorrillos - LIMA


En La Herradura, LIMA